13 jun 2011

Acto II: Madre (Sin Padre) e Hijo



Así es, pueden ya deducirlo, padre perdió la vida, fue una noche de esas en las que después de jurar no tocar más alcohol, como toda persona, lo vuelve a hacer y es bien sabido por todos que alcohol, el automóvil y la carretera (más aun la no pavimentada) no juega buena combinación así es que padre, víctima de las etílicas alucinaciones, un conductor irresponsable que no respeto un semáforo rojo (aún desconocemos como, o que sucedió o influyo esa noche que cambio todo, pero padre generalmente tenía un extraño y singular control sobre su mente cuando manejaba con más grados de alcohol que los imeca en la ciudad de México) y una gasolinera que tuvo la mala suerte de ser establecida en esas coordenadas especificas (del mismo modo es curioso resaltar que padre se quejaba de lo mal que había quedado esa gasolinera en un lugar así, el siempre manifestó que alguien tendría un accidente con ella si venia de noche) le arrebataron aquel soplo de vida que aun poseía su cuerpo.

Madre e hijo vivieron una angustia enorme al no saber de padre por más de tres días, y volvemos a lo mismo, esto dejo huellas en hijo que siendo ya un adolescente sabía perfectamente las costumbres ocultas de padre, (mujeres, juego, mas alcohol y en ocasiones esas mujeres eran reemplazadas por mujeres solo por estética y uno que otro hombre; situaciones que a partir de ahora les llamaremos etcétera).

Estas etcéteras, cuando hijo pudo analizarlo con más calma, descubrió que fueron causa de todas aquellas peleas, golpes y violencia que sufrió madre a manos de padre (bonita costumbre no?, pero así es jóvenes lectores a estas situaciones ahora les llamaremos nimiedades).

Bueno, cuando hijo vio que las nimiedades de madre eran causa de etcéteras, de padre el no pudo más que neurotizarse mas, y por consiguiente aumentar esas pesadillas; ya mencione que cuando hijo lo comento con padre y madre a sus 13 años ambos le dijeron que estaba ya grandecito para tener pesadillas?, y que esto vino, como ya habrán adivinado, a engrosar el cumulo de motores de pesadillas para hijo?, no? Pues bien lo he mencionado ya así que dejen de perturbar mi concentración y sigamos con nuestro relato.

Hijo no pudo más que agradecer a Dios (Si!, adivinaron, a partir de ahora nos referiremos a él como padrino) que padre se hubiera ido pues así madre dejaría de sufrir nimiedades a causa de etcéteras, pero a hijo le haría falta padre, mas tomando en cuenta que comenzaba a salir de la pubertad y convertirse en un adolescente y necesitaría la tutoría de padre en cuestiones amorosas, sexuales, académicas y emocionales, tutoría que siempre será vergonzosa pedirla a madre, no quiero decir con esto que no pudiera hacerlo o no lo hiciera, solo fue más complicado y acarreo por simples y obvias razones pequeñas mentiras a madre y un par de neurotizaciones extras para sus pesadillas. La confianza con madre nunca fue igual que con padre (asumiendo que hubiera existido alguna y que no se debiera, como todo hijo aprendiz de su padre a tardes de alcohol en casa o en el automóvil de camino a ella después de la escuela de hijo y el trabajo de padre) y una vez que este dejo el mundo (y dejo también un cumulo de deudas y conflictos sin resolver, particularmente de estirpe no reconocida así como la ausencia de una última voluntad, lo que complico la situación económica de ambos) madre tuvo que buscar un empleo que medianamente les ayudara con los gastos de la casa, nunca tuvo que preocuparse por los gastos de hijo pues era tan buen estudiante (aunque de un 10 perfecto iba cada ciclo bajando alrededor de 1-2 décimas. Adivinaron! Gracias a las pesadillas y al pequeño problema del que trata el tercer acto) que su beca hacia que los gastos escolares se pagaran solos.

Como toda familia unipaternal era obvio que hijo tenía que atenderse solo, (valiéndose claro de los recursos económicos de su beca y los proporcionados por madre) y que por razones obvias en un mundo como este, madre llego en más de una ocasión, quincena para ser específicos, con las manos vacías gracias a aquellos listos delincuentes que proliferan en este mundo, esto a pesar de no ser un problema en exceso grave, pues ella llegaba integra y con el susto como única huella de lo acontecido, pero ya sabrán mis jóvenes lectores que esto aumentó en hijo la frecuencia de las pesadillas. Esto es el patrón de vida de madre (sin padre) e hijo, ahora pasemos a lo que nos interesa en primera mano, lo acontecido con todos esos años que no hemos especificado; con hijo.

Hijo fue feliz, muy feliz durante casi 10 años de su vida, ignorando que al contrario de lo que él creía, las etcéteras y las nimiedades ocurrieron desde que el gozaba de 3 años de vida, con promedios y reconocimientos que iban más allá de lo que el imagino en algún momento, por eso nunca tuvo problemas para entrar a la secundaria más renombrada de su ciudad, ni cuando accedió al bachillerato y logro el examen más alto a nivel nacional en el examen de admisión, hijo era el joven que todos quisieran tener por vástago.

Pero hijo comenzó con problemas, cometió el error más grande que un hijo en condiciones inmejorables pudo cometer, saber la verdad, o querer saberla, la curiosidad podríamos decir fue su más grande pecado, pues fue la que origino las pesadillas, y la que le quito la vida.

10 jun 2011

Madre, Padre, Hijo, nimiedades, Etcétera. ¿Quién es el culpable? Tragedia en 3 actos


Tiempo hace (al rededor de 5 meses) Arlekín escribió un par de historias para una clase, clase de una maestra que ahora no es eso sino se ha vuelto una amiga... Y hoy arlekín desea compartirles, poco a poco y en tres partes esta primera historia, que alguien calificó de influenciada por Saramago, curioso es; que Arlekín nisiquiera lo conocía, aunque a raiz de esto se volvió su acerrimo lector... Bién sin más preambulo, disfruten la primera parte de la primera historia (A mi gusto mejor que la segunda) de lo que Arlekín les viene a ofrecer esta ves...



Acto I: Orígenes

Les voy a contar la historia, historia de un joven que tuvo en feo y triste final, era un chico cualquiera, como tú o como yo o como cualquiera de los que pueden prestarle atención a este pequeño relato, pero tenía un minúsculo problema, sufría un pequeño y muy menospreciado mal conocido como insomnio, su nombre era José Ignacio y tenía 19 años cuando el final acaeció en su vida, cuando la muerte, única meta segura que existe en esta vida y de la que todos tratamos de huir llamo a su puerta sin derecho a prorrogas, pero dejémonos de introducciones y comencemos con la historia.

Fue hijo de una hermosa familia allá por los años noventa Antonieta y Miguel, (a quienes nos referiremos de ahora en adelante simplemente como padre y madre).

Padres amorosos que dieron a luz al pequeño José, (a quien ahora solo nos referiremos a él como hijo) en plena flor de su juventud y con todo el amor que una joven pareja unida por amor puro puede brindarle a su primogénito, no hubo complicación alguna durante su natalicio ni durante sus primeros años de vida, padres sin vicios, padres independientes que podría salir mal preguntaran ustedes jóvenes lectores? Pues bien esa misma interrogante es la que desentrañaremos aquí, sigan atentos y lo descubrirán.

Vivió una infancia ejemplar, y singularmente fue adelantado al resto de niños de su edad pues a los 5 años ya dominaba nuestro lenguaje o al menos su dicción era casi perfecta, aprendió a leer antes de cumplir los 6 años y cuando entro a la primaria fue el primero de su clase durante los 6 años que paso en ella. Pero en el ciclo vacacional entre la primaria y la secundaria comenzaron los problemas, pues nada es perfecto en esta vida, y padre, cometió los errores de todo humano que haya aceptado casarse con una mujer enamorada y formar una familia; conoció el alcohol, ese vicio tan cruel que es capaz de apaciguar aguas y sacar a su vez el lado más oculto de los hombres demasiadas borracheras, demasiadas llegadas tarde a casa, discusiones con madre, golpes, violencia y sufrimientos en silencio para el pequeño hijo. No es bonito para ningún hijo en ninguna edad ver a padre golpear a madre, y mucho menos despertar con la noticia de que madre se encuentra en el hospital por heridas graves en la región torácica, en primer término significa para el hijo, tener que acudir a la escuela solo por un trayecto de 20 minutos a pie, porque ah! Hemos olvidado mencionar que el pequeño vivía en una región lejana, lejana como el anhelo de utopía de tantos pueblos marginados por la inseguridad, crisis económicas y cualquier mal que aqueje a países del segundo mundo en vías de desarrollo.

No es de extrañar que el pequeño conociera ese mundo tan cruel que son las pesadillas, que eran recurrentemente las imágenes de padre regresando borracho de casa, discutiendo con madre y golpeándola hasta el cansancio, yo no sé, pero quiero suponer que ver a padre al otro día totalmente amoroso, pidiendo perdón a madre, y asegurando que no volvería a pasar, que sería la última vez que el tocaría ese dragón llamado alcohol no ayudaba a un niño de 11 años a calmar sus pesadillas sino más aun a aumentar su neurosis, y por ende a exponencializar esos displacenteros sueños, así transcurrió el resto de la infancia de hijo, hasta que durante su educación media superior, cerca del 4 semestre acaeció lo que de ahora en adelante llamaremos un hombre menos.